El autor, ya consagrado en la literatura de terror, da el salto a la ciencia ficción en este nuevo título publicado por Obscura Editorial.


Reseña de LA TERCERA REGLA DE LOS VIAJES EN EL TIEMPO de Philip Fracassi y publicada por Obscura Editorial (2025) | Ep. 2×29
Hablar de viajes en el tiempo en la ficción es entrar en un terreno tan fascinante como arriesgado. Si hablamos específicamente de literatura, a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI, incontables autores se han adentrado en este eje narrativo, explorando paradojas, dilemas éticos y consecuencias imprevisibles. La dificultad, por tanto, no reside únicamente en imaginar una máquina capaz de romper las leyes del tiempo, sino en hallar un enfoque narrativo que resulte fresco, humano y convincente. Philip Fracassi, hasta ahora más asociado al género del terror con títulos como CONTEMPLAD EL VACÍO (2018, 2024), BAJO UN CIELO LÍVIDO (2022), ALTAR (2022), LOS CHICOS DEL VALLE (2023) y GOTHIC (2024), todas con el sello Dilatando Mentes, sorprende ahora con este título publicado también en español gracias a Obscura Editorial, LA TERCERA REGLA DE LOS VIAJES EN EL TIEMPO, una novela que no solo supera el duro examen de las narraciones de viajes en el tiempo, sino que además coloca en su centro la emoción, el duelo y la fragilidad de la memoria.
La historia se centra en Beth Darlow, una destacada científica que, en colaboración con su marido Colson, ha creado un aparato que puede trasladar la consciencia humana a instantes históricos de su propia existencia. Este invento se rige por tres normas incuestionables: el viajero solo puede moverse dentro de su propio marco temporal, la experiencia tiene una duración de noventa segundos, y la función del viajero es únicamente la de observador. No existe la capacidad de interactuar, modificar acontecimientos o adentrarse en eras históricas distantes.
El planteamiento, en apariencia restrictivo, resulta ser precisamente lo que da riqueza a la historia. La imposibilidad de cambiar el pasado obliga a los personajes a enfrentarse exclusivamente con la crudeza de los recuerdos. Tras la muerte accidental de Colson, Beth se convierte en la única responsable de continuar la investigación, mientras lidia con la crianza de su hija Isabella y con la presión de la corporación que financia el proyecto. A partir de entonces, cada viaje se convierte en un descenso hacia lo más doloroso de su biografía, desdibujando los límites entre memoria y pesadilla.
Quizás, uno de los aspectos más destacables de la narración es el ritmo que nos marca el autor. Fracassi opta por capítulos muy breves, que le otorgan dinamismos a la lectura y empuja a seguir hacia delante. Este recurso, además de los giros de guion, logra que la novela sea completamente adictiva. La tensión de la narración está sustentada en gran medida por su construcción atmosférica y esa sensación de que en cualquier instante la mente de Beth puede desmoronarse bajo el peso de los recuerdos.
El lenguaje empleado también es sencillo de manera general, más allá de alguna explicación técnica puntual, lo que permite a la novela ser accesible incluso para quienes no son habituales del género de la ciencia ficción.
Aunque la trama gire en torno a una máquina del tiempo, lo que subyace en la trama es la exploración sobre los recuerdos y el papel que le otorga el ser humano de manera involuntaria en la constitución de la identidad. El viaje en el tiempo no es un salto hacia mundos alternativos ni un experimento con paradojas cósmicas, sino un retorno íntimo a los momentos más importantes de la vida humana, y en muchos casos más dolorosos, de la vida de Beth.
De esta manera, la novela LA TERCERA REGLA DE LOS VIAJES EN EL TIEMPO no es solo un thriller científico, sino también una reflexión sobre el dolor inherente al duelo. La protagonista no viaja para satisfacer una curiosidad académica, sino porque está marcada por pérdidas que no consigue procesar. El recuerdo de Colson, la responsabilidad de Isabella y la presión externa de la corporación la convierten en un personaje profundamente humano. Fracassi aprovecha así las posibilidades de la ciencia ficción para poner de manifiesto que lo verdaderamente aterrador no son los pliegues del tiempo, sino la imposibilidad de escapar del propio pasado.
En un género donde con frecuencia los científicos aparecen como mentes brillantes pero desprovistas de humanidad, Beth destaca por su complejidad personal. Como investigadora no es infalible y por ello no siempre toma decisiones acertadas. Y además su carácter está moldeado tanto por la inteligencia como por la vulnerabilidad. A medida que transcurren las páginas podremos ir acompañándola en su evolución, desde su hundimiento por la pérdida de su marido, pasando por las presiones como madre y las presiones laborales y también en la búsqueda de respuestas en medio de realidades que parecen resquebrajarse.
La relación con Isabella, su hija, añade un componente emocional que atraviesa la narración. No se trata solo de salvar un experimento o de sostener una carrera académica sino que se trata de ser madre en circunstancias extremas. Esa doble dimensión hace de Beth un personaje bastante particular dentro del panorama de la ciencia ficción contemporánea.
Aunque enmarcada en la ciencia ficción, la novela no renuncia a las raíces de Fracassi en el terror. Hay escenas inquietantes, apariciones inexplicables y un constante aire de amenaza que recuerda que lo desconocido no siempre viene del espacio exterior, sino de la mente humana. Las visiones de Colson, las declaraciones crípticas de Isabella, los recuerdos traumáticos que se repiten con insistencia: todos estos elementos componen una atmósfera que oscila entre el suspenso y la pesadilla.
A medida vamos dejando atrás las primeras páginas y entramos en la experimentación de los viajes, lo que estaba concebido como una simple observación del pasado empieza a tener consecuencias detectables en el presente. Nos enfrentamos ahora al clásico ya “efecto mariposa”, un principio que se define como que cada mínima variación repercute de forma inesperada y en términos mucho más globales. Este delicado giro, que está demostrado en otras obras de ficción como difícilmente abordable, es generado por el autor con cierta solvencia, manteniendo siempre un delicado equilibrio entre lo sorprendente y lo posible.
Para terminar, podemos afirmar que LA TERCERA REGLA DE LOS VIAJES EN EL TIEMPO demuestra que Philip Fracassi no es únicamente un autor de terror, sino que con ese título se convierte en un narrador versátil capaz de generar una obra en un registro muy distinto. La historia combina lo mejor del thriller con una profunda reflexión sobre el tiempo, la memoria y el duelo por la pérdida. Aunque no pretende sacudir las reglas de la ciencia ficción, sí logra ofrecer una experiencia singular, en la que la máquina del tiempo no es un simple artefacto de aventuras, sino un vehículo para explorar lo más hondo de la condición humana. Fracassi firma aquí una novela sólida, accesible y emocionalmente poderosa, que consolida su lugar como uno de los narradores más interesantes del panorama actual.
NOTA FINAL: 4/5

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