La historia fue publicada originalmente serializada en la revista británica 2000 AD, en los números progresivos semanalmente desde el 2364 al 2372. Posteriormente, esta saga fue recopilada en un único tomo con el título JUDGE DREDD: A BETTER WORLD.
Reseña del cómic JUEZ DREDD: UN MUNDO MEJOR de Rob Williams, Arthur Wyatt, Henry Flint, Boo Cook y Jake Lynch y publicado por Dolmen Editorial | Ep. 3×003
En las calles de Mega-City Uno, las calles son un campo de batalla perpetuo entre orden y caos y pocas historias logran sobresalir con una propuesta que combine acción, reflexión sociopolítica y sátira mordaz sin traicionar la esencia del personaje. UN MUNDO MEJOR es la reciente colección de historias publicada por Dolmen Editorial y tras haber podido disfrutar de su lectura podemos afirmar que lo consigue con una agudeza poco común. Bajo el guion de Rob Williams y Arthur Wyatt, y con ilustraciones de artistas tan destacados como Henry Flint, Jake Lynch y Boo Cook, esta obra no solo ofrece un argumento atractivo y un desarrollo cautivador, sino también una crítica poderosa a las estructuras del poder, el gasto público y el estado moderno de la justicia.
La protagonista de esta saga es la Jueza Maitland, una figura atípica en el mundo ultraviolento y autoritario de Dredd. Su papel como jefa de contabilidad la convierte en una pieza burocrática del sistema, aunque su pensamiento se aleja radicalmente del dogma represivo. Analizando los presupuestos públicos, Maitland llega a una conclusión tan lógica como revolucionario: invertir en educación y servicios sociales reduce el crimen a largo plazo de forma más efectiva que seguir incrementando la ya hipertrofiada presencia policial.
Este hallazgo, presentado inicialmente como un ejercicio de simulación económica, pronto se convierte en una cruzada real. Maitland sugiere un experimento piloto en una de las áreas más deterioradas de Mega-City Uno, donde se asignan importantes fondos a programas educativos y de mejoramiento comunitario. Aunque la premisa no es nueva en la discusión política actual, su implementación en el marco narrativo de Juez Dredd es novedosa y está llena de simbolismo.
Lo que distingue a UN MUNDO MEJOR no es únicamente su audacia conceptual, sino su capacidad para reflejar, desde una distopía hiperbólica, las tensiones que atraviesan nuestras sociedades actuales. La historia pone sobre la mesa temas que rara vez son tratados con tanta frontalidad en la narrativa de acción: la ineficiencia estructural del castigo, la manipulación mediática, y el interés corporativo, o, en este caso, institucional, en mantener un statu quo que perpetúa la desigualdad.
La resistencia que enfrenta Maitland es intensa. Desde los sectores conservadores de la misma Judicatura, hasta las mafias afectadas por las reformas, todos encuentran una amenaza en su enfoque racionalista. Esta resistencia se manifiesta no solo en desacuerdos filosóficos, sino en violencia directa. En uno de los arcos más intensos de la colección, un grupo de asesinos excéntricos e implacables es enviado para eliminarla, desplegando una narrativa de tensión y suspense que evoca thrillers políticos de alto calibre.
En medio de esta transformación ideológica, el Juez Dredd permanece como un enigma fascinante. Aunque se ha interpretado históricamente como un símbolo del orden autoritario, en UN MUNDO MEJOR se le permite mostrar una faceta más compleja. Dredd observa los resultados del experimento de Maitland con escepticismo profesional, pero también con una apertura que sugiere una evolución (pequeña, pero significativa) en su visión del orden y la justicia.
Esto es relevante porque, a lo largo de décadas, Dredd ha sido muchas veces malinterpretado como un héroe de acción pro-autoritarismo, cuando en realidad nació como una sátira del mismo. Aquí, esa intención crítica se manifiesta sin ambigüedad. Dredd no se convierte en un aliado entusiasta del cambio, pero tampoco es su principal obstáculo. En cierto modo, su presencia funciona como un termómetro de la viabilidad del proyecto reformista: si incluso él puede aceptar ciertos matices, quizás haya esperanza para Mega-City Uno.
En un mundo donde los medios de comunicación están al servicio de intereses ocultos y donde cualquier intento de reforma puede ser fácilmente desacreditado como idealismo ingenuo, Maitland se convierte en un avatar de la lucha racional contra el ruido del populismo. Su propuesta es clara y sus datos son sólidos, pero eso no evita que los informativos amarillistas lo caricaturicen como un peligro para el orden. Robert Glenn, el presentador, es un vehículo de propaganda que muestra sin tapujos el papel de la desinformación en el deterioro de las políticas públicas.
Lo más inquietante es cuán familiar resulta este retrato. La historia funciona como un espejo que, aunque distorsionado, es reconocible de nuestra realidad. La violencia latente contra los que se oponen a la autoridad establecida, el escarnio de los medios hacia aquellos que defienden la educación y el bienestar, así como la hostilidad hacia aquellos que sugieren reformas estructurales, son factores que van más allá del género de ciencia ficción y tienen un fuerte impacto en los lectores actuales.
El trabajo artístico en UN MUNDO MEJOR es, en muchos sentidos, tan vital como el guion. Boo Cook introduce el relato con una paleta de colores pálidos y una composición limpia, que sirve como contrapunto efectivo al estilo más salvaje y exagerado de Jake Lynch. Este último dota a los personajes secundarios de un aire grotesco, casi caricaturesco, que subraya la locura latente en el sistema que habitan.
No obstante, es Henry Flint quien se lleva nuestros mayores elogios. Su estilo gráfico, que se aleja del realismo y abraza una densidad narrativa en paneles múltiples por página, permite una exploración emocional más detallada de los personajes. Inspirándose en estructuras como la mítica cuadrícula de 16 paneles de The Dark Knight Returns, Flint construye páginas que son auténticos mapas psicológicos, donde la acción convive con el simbolismo y la metáfora visual. Uno de los momentos más destacados es una página enteramente construida como alegoría gráfica del desequilibrio entre justicia y represión.
La historia culmina en una fusión de los hilos narrativos: la ofensiva política contra Maitland y el ataque físico organizado por los criminales encuentran su intersección en el túnel transatlántico, una localización simbólicamente frágil que encarna la tensión entre mundos: el viejo orden y la posibilidad de un futuro distinto. La resolución es ambigua, como corresponde a una distopía lúcida. Hay avances, pero también retrocesos; se siembran esperanzas, pero se cultivan traiciones.
El epílogo de la obra sugiere que el experimento no está concluido y que las ideas plantadas en estas páginas seguirán germinando en entregas futuras. Lejos de cerrar con una nota optimista o derrotista, los autores optan por el realismo político: los cambios estructurales son posibles, pero enfrentan enemigos poderosos, visibles e invisibles.
JUEZ DREDD: UN MUNDO MEJOR es mucho más que un cómic de acción con trasfondo político. Es una obra que aborda con los desafíos de nuestro tiempo, desde el auge del populismo hasta el debate sobre la función real de las fuerzas del orden. Con una protagonista inesperada y una propuesta que se atreve a cuestionar las bases de una sociedad distópica, esta historia se posiciona como una de las más valientes y relevantes de la reciente producción de Dolmen Editorial.
A pesar de todos sus puntos positivos no es una obra perfecta, pero lo que logra (equilibrar entretenimiento, crítica social y evolución de personajes en un universo tan consolidado como el de Dredd) es digno de reconocimiento.
La violencia sigue presente, los tiroteos no faltan, y el mundo sigue siendo cruel. Pero por un momento, una contable con una calculadora se atreve a decir que, tal vez, otro mundo es posible. Y eso, en Mega-City Uno, es casi una revolución.
NOTA FINAL: 4/5
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