Reseña de LA FUENTE DE LA CREACIÓN / GUARDIANA DE LOS DIOSES 2 de Tobi Ogundiran y publicada por Duermevela Ediciones (2025) | Ep. 3×002 | «Un final épico donde los dioses yoruba se enfrentan a su propia supervivencia.»

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Se trata de un cierre magistral que convierte a esta bilogía en una joya imprescindible de la fantasía contemporánea.

Reseña de LA FUENTE DE LA CREACIÓN / GUARDIANA DE LOS DIOSES 2 de Tobi Ogundiran y publicada por Duermevela Ediciones (2025) | Ep. 3×002

Los relatos que se basan en mitologías antiguas tienden a provocar tanto admiración como fascinación en los lectores, sobre todo cuando consiguen combinar esas historias ancestrales con cuestiones actuales acerca de fe, identidad, resistencia y poder. LA FUENTE DE LA CREACIÓN, segunda entrega de la duología GUARDIANA DE LOS DIOSES, supera ampliamente esta promesa. La novela, escrita por Tobi Ogundiran, no solo brinda un final vibrante a la historia que se comenzó en DESPUÉS DE LA CAÍDA sino que además expande los límites de la fantasía contemporánea al inspirarse directamente en la cosmovisión de las comunidades de África Occidental y en la tradición yoruba.

Si habéis leído la primera entrega, recordaréis que la trama giraba en torno a Ashâke, una joven que debe asumir una gran carga. Nada más y nada menos que ser guardiana y contenedora de los Orisha, entidades divinas que han perdido su poder y subsisten a través de su conexión con ella. En esta segunda parte, comprobaremos que se halla en el centro de un conflicto titánico entre los dioses y sus adversarios mortales, conocidos como los asesinos de dioses. Y la tensión se intensifica con la llegada del enigmático Maestro, un personaje que podría tener en sus manos la esperanza de liberación de los hombres pero que a la vez representa el mayor peligro para la existencia de los Orisha.

Es claramente evidente que la esencia fundamental de la duología es la reinterpretación de la tradición de los Orisha. En el universo yoruba, estas divinidades son las que representan las fuerzas de la naturaleza y algunos aspectos de la vida humana. Shango encarna el trueno y el fuego, Yemoja es madre de la fertilidad y de los mares, Ogun rige la guerra y el metal, mientras que Eshu es el guardián de los caminos y mensajero entre mundos. Son solo unos pocos de los que conoceremos en estos dos libros.

Atendiendo a ello, el autor reconoce que se ha tomado libertades creativas al momento de representarlos: ha inventado nuevos dioses para llenar huecos narrativos y ha modificado aspectos de los reales para adaptarlos a la trama. Sin embargo, lo hace con respeto, recordando que, a diferencia de los panteones griego o nórdico, el culto a los Orisha sigue vivo en Nigeria, Brasil, Cuba y otros lugares de la diáspora africana. En este sentido, la duología no busca sustituir la tradición religiosa, sino que ayuda a despertar en el lector la curiosidad por conocerla aún más, aunque en la historia que reseñamos hoy se encuentra especialmente adaptada como leímos en las notas del autor de la primera entrega.

La presencia de los Orisha en la novela es imponente: aparecen como figuras caprichosas, a veces crueles y contradictorias, pero también cercanas en sus pasiones y debilidades. Esto los hace especialmente humanos, en la línea de otros panteones mitológicos, aunque con un sabor cultural propio que diferencia esta obra de gran parte de la fantasía de corte occidental.

Ashâke continúa siendo el eje narrativo de la historia. Su viaje le concierne en una doble disyuntiva, ya que lucha contra adversarios reales que la persiguen constantemente, pero también se encuentra con el peso de ser un medio para dioses que esperan obtener de ella sus propios intereses. 

Es cierto que en algunos momentos parece que la protagonista pudiera perder protagonismo frente a los interludios narrativos o a las tramas secundarias. Para mí esto que pudiera parecerlo, supone un enriquecimiento de la narración de la historia. El uso de múltiples puntos de vista con la incorporación de otros narradores posibilita una visión más amplia del conflicto y enfatiza que, en este universo, nadie tiene la verdad absoluta ni está exento de contradicciones. Y este es el principal punto fuerte de la trama, y el autor lo genera de manera excepcional. Además, su cierre demuestra que cada pieza encaja y que su recorrido, con sus tropiezos y dudas, era necesario para alcanzar la resolución final. El desenlace le devuelve a Ashake el peso que merece, colocándola en el lugar que siempre le correspondía, aunque ni ella misma lo supiera.

Los interludios narrativos que examinan las raíces del Maestro, el principal antagonista, son uno de los componentes más apreciables de esta secuela. Ya lo fueron también en DESPUÉS DE LA CAÍDA y ahora Ogundiran nos muestra un personaje complejo, cuyos motivos provienen de situaciones de marginación, dolor y explotación. Estos fragmentos ofrecen una mayor profundidad a la historia y obligan a pensar acerca de los límites entre la venganza y la justicia, además de cómo las estructuras sociopolíticas generan tanto héroes como monstruos y, en la mayoría de ocasiones, muchos más de estos últimos.

LA FUENTE DE LA CREACIÓN plantea cuestiones de gran actualidad, además de la acción y del espectáculo mitológico. ¿Qué significa tener fe en épocas de crisis? ¿De qué manera se crean y mantienen los símbolos, instituciones y personas de autoridad, ya sean divinas o humanas? ¿Es preferible arriesgarlo todo por un nuevo comienzo, o es valioso mantener instituciones que han perdido su legitimidad?

Como respuesta a esas cuestiones, la obra funciona como un reflejo de ciertas tensiones sociales y políticas actuales. Los Orisha, desesperados por mantener relevancia, representan estructuras caducas que se resisten a desaparecer; el Maestro encarna la promesa y el peligro de los movimientos revolucionarios; y Ashâke simboliza a quienes, atrapados en medio del conflicto, deben decidir qué legado heredar y qué caminos abrir.

La escritura de Ogundiran destaca por ser tremendamente visual, siendo capaz de evocar tanto la violencia de una tormenta invocada por Shango como la calma insondable de las aguas de Yemoja. Y además lo logra sin perder nunca de vista la profundidad emocional de los personajes.

Aunque breve en extensión dado que es una novela corta, el libro ofrece una experiencia sorprendentemente amplia, gracias a la riqueza del mundo descrito, la perspectiva de los distintos puntos de vista de los participantes de la historia y al dinamismo de su trama.

LA FUENTE DE LA CREACIÓN es un final muy poderoso para la bilogía GUARDIANA DE LOS DIOSES. Recoge las ideas mostradas en DESPUÉS DE LA CAÍDA y las hace evolucionar hasta su máximo esplendor, fusionando filosofía reflexiva, mitología africana y un desarrollo llena de acción y desarrollo narrativo.

Nuestra recomendación es esencial para aquellos que aprecian las historias de dioses y mortales, los relatos mitológicos que interactúan con el presente y las novelas breves que combinan belleza e intensidad. Si además te apetece aproximarte a la riqueza cultural de la tradición yoruba, aprovecha esta magnífica ocasión para dirigirte a la librería más cercano y adquirirla, que vas a disfrutar en grande de una fantasía alejada de la tradicionales influencias europeas. Al igual que sus propios dioses, es una historia que va más allá del tiempo y el espacio.

 

NOTA FINAL: 4/5

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