| La superstición mezclada con la ciencia y el horror dejando de ser mito… |


Reseña de NUESTRA SEÑORA DEL DOLOR de John Blackburn y publicada por Pánico Books (2025) | Ep. 3×023
El que suscribe estas líneas puede afirmar que dar la bienvenida a una nueva editorial de terror dentro del panorama literario nacional es toda una celebración. Y es que ha nacido Pánico Books, un sello que promete dar mucho de hablar y como primer título lanza al mercado la novela NUESTRA SEÑORA DEL DOLOR de John Blackburn, publicada en pleno auge del terror setentero. Esta obra destaca dentro de sus coetáneas como una de las más singulares y sin duda una de las más sombrías. El autor es capaz de desmarcarse con una historia que mezcla misterio, teatralidad macabra y un protagonista que está lejos de encajar en el perfil del aventurero clásico. El resultado es un relato inquietante y ágil, impregnado de un tipo de terror que no depende tanto del impacto gráfico como del desasosiego psicológico y de la sensación progresiva de que algo irremediablemente perverso se mueve tras bambalinas.
En el centro de la trama se encuentra Harry Clay, un periodista con aspiraciones heroicas pero con más torpeza que brillantez. Clay arrastra un sonoro fracaso profesional abandonando la crítica teatral que debía cubrir e inventando una crónica elogiosa de una obra que esa misma noche hace el ridículo más absoluto. Su metedura de pata no le cuesta el empleo, pero lo destierra a un periódico menor y a tareas anodinas, lejos del tipo de historias que alimentan la reputación de un reportero.
Ese declive cambia cuando, de forma casi fortuita, escucha la conversación de un trío ligado al hampa. Hay algo en sus murmullos, un encargo inquietante, una mujer hospitalizada tras un ataque de pánico extremo, alusiones a una maldición, que prende en Clay la certeza de haber tropezado con un escándalo mayúsculo. Su investigación, poco ortodoxa e incluso rastrera por momentos, lo llevará a descubrir que aquellos delincuentes han sido víctimas de un terror tan visceral que literalmente los destruye por dentro.
Mientras Clay sigue ese hilo criminal, la ciudad se prepara para el inminente estreno de NUESTRA SEÑORA DEL DOLOR, una obra protagonizada por la célebre y temida actriz Susan Vallance. Su papel es el de la condesa húngara Erzsébet Báthory, figura histórica envuelta en una leyenda sangrienta que la presenta como asesina de decenas o incluso cientos de jóvenes. Aunque los elementos más fantásticos del mito, tales como los baños de sangre, carecen de base histórica, en la novela se recuperan para construir un aura gótica acorde con la ficción, y Blackburn incorpora interpretaciones propias que refuerzan la magnitud del personaje.
Clay descubre que los fallecimientos recientes, la actriz y la trama de la obra están más entrelazados de lo que parece. En su pesquisa contará con la ayuda de una psicóloga, Miriam Stanford, que aporta un contrapunto equilibrado a la impulsividad del reportero. Juntos se adentran en un laberinto donde se unen crímenes modernos, rituales heredados desde el siglo XVII, un caserón marcado por una tradición familiar siniestra y un tipo de castigo que somete a sus víctimas a la materialización de sus terrores más íntimos. El mecanismo tras esas muertes constituye uno de los puntos más imaginativos de la novela.
Buena parte del encanto del libro reside en la figura de Clay. No posee un aplomo heroico dado que es vulnerable, cae en errores morales, y a menudo parece guiado más por la desesperación profesional que por el deber. Esa imperfección lo vuelve más cercano que los héroes arquetípicos y sus reveses generan verdadera empatía. La construcción de la atmósfera también juega a favor del relato. La historia oscila entre el teatro y el periodismo, con humor sarcástico y un horror que no se vuelve nunca exagerado. Aun cuando aparecen elementos macabros o sobrenaturales, la narración los aborda con seriedad, eludiendo el tono paródico que podría resultar tentador debido a su inspiración en la tradición británica del terror de los años setenta.
El desenlace merece ser mencionado especialmente ya que Blackburn deja para el último segmento las revelaciones más descabelladas y, a pesar de que el giro es un tanto extravagante, el autor la incorpora con tanta convicción que todo se siente coherente dentro de su propia lógica. Pero sí que el lector se marcha con la sensación de que se ha detenido un horror, pero no el horror, y en este sentido deja un cierre que genera desasosiego en los días posteriores a su finalización.
Para finalizar, podemos afirmar que NUESTRA SEÑORA DEL DOLOR es una obra que fusiona misterio, horror psicológico y ecos históricos con una habilidad sorprendente. Si bien hoy la figura de Báthory ha sido explotada hasta la caricatura, Blackburn la utilizó en un momento en que aún no formaba parte de la imaginería popular del género, y el resultado conserva su frescura. No es un libro grandilocuente ni excesivamente violento, ya que su poder radica en cómo teje una amenaza insidiosa y en cómo hace avanzar a su protagonista hacia una verdad tan fascinante como terrible. Un placer oscuro, inteligente y muy recomendable para quienes buscan un terror setentero que seduzca más por su atmósfera y sus ideas que por el impacto superficial.
Muchas gracias al sello Pánico Books por facilitarme un ejemplar de prensa para que os comente mis impresiones, absolutamente sinceras, sobre la novela.
NOTA FINAL: 4/5

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