Reseña de ANTES VIVÍAMOS AQUÍ de Marcus Kliewer y publicada por Nocturna Ediciones (2025) | Ep. 3×015 | «Marcus Kliewer redefine el terror psicológico en un debut inmersivo con una tensión constante, una atmósfera asfixiante y un misterio que no se desprenderá del lector ni después de la última página.»

Tiempo de lectura: 5 minutos

 | Un mezcla el horror sobrenatural con la duda más inquietante: ¿qué es real y qué no? | 

Reseña de ANTES VIVÍAMOS AQUÍ de Marcus Kliewer y publicada por Nocturna Ediciones (2025) | Ep. 3×015 |

Una división simple y poco trabajada del terror contemporáneo nos hace de manera general verlo como dos grandes vertientes. La primera de ellas se inclina por lo explícito, con escenas sangrientas o de fuerte impacto visual. La segunda, más sutil, que induce al lector a un estado de constante incomodidad sembrando dudas y desorientación psicológica. ANTES VIVÍAMOS AQUÍ, la ópera prima de Marcus Kliewer y que acaba de llegar a las mejores librerías gracias a Nocturna Ediciones, pertenece a este segundo grupo y lo hace con un asombroso virtuosismo para ser la primera novela del escritor canadiense.

La atmósfera que Kliewer crea nos hace sentirnos agobiados desde las primeras páginas. El planteamiento inicial parece simple dado que seguimos a Charlie y Eve, una pareja queer de edad joven que compran por un precio atractivo una casa antigua en un barrio tranquilo. Su plan es renovarla y convertirla en su hogar soñado. Sin embargo, muy pronto ese escenario bucólico se fractura. Una noche, un golpe en la puerta anuncia la llegada de una familia compuesta por un hombre, su esposa y tres hijos. El padre asegura haber crecido en la casa y pide recorrerla con los suyos “solo unos minutos”. Contra su intuición, Eve accede. Esa decisión marcará el inicio de una pesadilla sin salida.

Lo que aparenta ser una visita breve se convierte en una invasión silenciosa. Los visitantes parecen incapaces de marcharse y, a medida que avanza la narración, la percepción de la realidad se vuelve cada vez más inestable. La ausencia inexplicable de Charlie, un sótano escalofriante, la desaparición de un niño y una tormenta que imposibilita escapar llevan a Eve a un estado extremo de paranoia. La duda se instala en el lector y nuestra perspectiva de Eve y nos preguntamos si está perdiendo la cordura, o la casa y sus ocupantes ocultan secretos indecibles.

Una de las decisiones más acertadas de la novela es que no se circunscribe a un patrón convencional de casas embrujadas. Kliewer introduce aspectos surrealistas y de horror psicológico que difuminan las líneas divisorias entre lo real y lo imaginario. Por lo tanto, como lectores nunca tenemos la certeza absoluta de lo que está sucediendo y vamos imaginando si estamos ante un fenómeno sobrenatural, una conspiración humana o una desintegración mental de la protagonista. En ciertos momentos, esta ambigüedad evoca la maestría de Shirley Jackson en los clásicos SIEMPRE HEMOS VIVIDO EN EL CASTILLO o LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE.

La narración de la historia está intercalada con texto provenientes de fondos de archivos, foros en línea o testimonios que parecen no estar relacionados con la historia principal. Estos elementos actúan como espejos partidos que intensifican la tensión y sugieren que lo que vive Eve podría estar vinculado con fenómenos culturales perturbadores, tales como el efecto Mandela, las memorias colectivas ficticias o la percepción distorsionada de la identidad. Así, la novela no solo se vuelve un cuento de horror, sino también una reflexión sobre lo vulnerable que es la memoria y cómo se construye la realidad.

El ritmo narrativo es otro de los aspectos más celebrados una vez que avanzas por sus páginas. La historia avanza con un pulso constante, que pasa del susurro incómodo a la histeria desbordada sin perder coherencia. No hay capítulos vacíos ni escenas gratuitas y cada detalle suma en la creación de un clima de angustia creciente. De esta manera nos vemos atrapados en la misma claustrofobia que vive la protagonista e inmersos en una casa que, aunque amplia, nos hace sentirnos cada vez más apretados y con unos visitantes que parecen más espectros que personas, acompañado por un pueblo en el que subyacen secretos y una tormenta que funciona como cerrojo físico y simbólico.

La construcción de personajes merece mención especial. Eve es, a la vez, fuerte y vulnerable. Su tendencia a complacer, a evitar el conflicto, se convierte en el detonante de la catástrofe tras dejar entrar a quienes jamás debió permitir cruzar el umbral. Muchas vecemos hemos sentido nosotros mismos esa sensación de no haber evitado situaciones por haber sido condescendientes. Su pareja, Charlie, cumple un rol clásico del género, aquel que minimiza las señales de alarma, lo que intensifica la sensación de aislamiento de Eve. En cuanto a la familia visitante, es su normalidad aparente la que resulta aterradora. No hay gestos abiertamente violentos, sino un exceso de cordialidad, un aire anticuado y una presencia que se prolonga más allá de lo razonable. Lo familiar, en el doble sentido del término, se convierte aquí en amenaza.

Si nos fijamos en el estilo del que hace uso el autor, la historia viene relatada  a través de una prosa clara y directa, sin ornamentos innecesarios, pero cargada de imágenes perturbadoras que se quedan grabadas. Escenas como la del sótano, la cena improvisada con los intrusos o el recorrido por habitaciones que parecen cambiar de significado a cada página, se experimentan en carne propia casi incluso más que se leen.

La verdad que es uno de los mejores libros de terror del año, ascendiendo a este calificativos gracias a su carácter adictivo y un final que no responde a todas las preguntas abiertas y que obliga al lector a intuir todo aquello que persiste en la historia después de hacer pasado su última página.

La calidad de esta obra es la que hizo que, tras la publicación de su obra germinal en forma de relato en Reeddit, donde ganó el premio a la historia más espeluznante de 2021 en el foro NoSleep, el autor adaptará la historia al formato de novela larga y además Netflix adquiriera sus derechos para una adaptación audiovisual. Su premisa sencilla y su atmósfera opresiva son terreno fértil para la pantalla. No obstante, la novela tiene un valor inherente que sobrepasa cualquier adaptación, además de la expectativa de observar las imágenes tomando vida, y es que consigue que el lector sufra miedo auténtico, ese que podemos sentir en nuestros propios huesos.

Para finalizar, podemos afirmar que la novela ANTES VIVÍAMOS AQUÍ va mucho más allá de ser un relato de casa encantada. Es un análisis de la vulnerabilidad del ser humano ante lo desconocido, de la debilidad de la memoria y de cómo lo que es cotidiano puede volverse siniestro con facilidad. Marcus Kliewer firma un debut memorable al que habrá que tener en cuenta para conocer sus próximos proyectos literarios.

Gracias al sello editorial Nocturna Ediciones por enviarme un ejemplar de prensa para que os comente mis impresiones, absolutamente sinceras, sobre esta novela.

NOTA FINAL: 4/5

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