El origen de la novela DUNE de Frank Hebert y como su autor cambió para siempre la ciencia ficción | Universo Dune Ep. 1×01 |

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 | Primer artículo dedicado a uno de los universos de ciencia ficción más impactantes en la historia de la literatura. |

El año 1965 quedó marcado para siempre en la historia de la literatura de ciencia ficción gracias a la publicación de la novela de un escritor aún no muy conocido y periodista de profesión llamado Frank Herbert, una historia que muy pocos podían predecir que llegaría a convertirse en un fenómeno literario y cultural. Estamos hablado de DUNE, alcanzando un éxito y reconocimiento dentro clásicos universales del género, a la altura de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS de J. R. R. Tolkien y de 1984 de George Orwell. Lo sorprendente de DUNE, sin embargo, no es únicamente su trama acerca de traiciones políticas y luchas por el poder en un planeta desértico, sino también cómo entre sus páginas incorporaba temas que hasta entonces eran completamente novedosos en el género, como la economía, la religión, la ecología, la filosofía y el mesianismo.

Hoy, casi seis décadas después, continúa siendo un libro que se cita como referente en la literatura fantástica y ha adquirido nuevas dimensiones, no solo en la narrativa con la ampliación de su universo gracias a su hijo Brian Herbert y Kevin J. Anderson, sino que ha dado el salto al cómic y al cine, por supuesto, con las nuevas adaptaciones cinematográficas de Denis Villeneuve, ha logrado sembrar en un gran público reflexiones sobre el medioambiente, los recursos naturales y la manipulación política. Pero, antes de adentrarnos en la trama de la novela y hablar de otras aspectos de ella en futuros artículos, además de todas su entregas posteriores, nos preguntamos… ¿cómo surgió esta obra monumental?

 

El contexto cultural de los años 60

Para comprender la repercusión de DUNE, debemos viajar a Estados Unidos a finales de los años 50 y los años 60, en la que la Guerra Fría estaba en pleno apogeo, la carrera espacial empezaba a cautivar al mundo y los movimientos sociales desafiaban las estructuras de poder existentes.

En referencia a la contienda espacial, las intenciones de la NASA y el lanzamiento del Sputnik en 1957 motivaron una gran cantidad de relatos de ciencia ficción enfocados en la exploración del universo.

Si atendemos a la temática que aborda la ecología y cuyo término ni siquiera era tan conocido todavía, ya se estaban llevando a cabo discusiones sobre el efecto del ser humano en la naturaleza. Se habían activado las alarmas acerca de pesticidas y devastación medioambiental gracias a libros como PRIMAVERA SILENCIOSA de Rachel Carson (1962).

Además de ello, en el aspecto social ya se infiltraba la contracultura y las generaciones más jóvenes indagaban en la psicodelia, así como en las filosofías orientales y espiritualidad alternativa.

En este panorama, la mayoría de la ciencia ficción todavía se centraba en naves espaciales, conquistas militares y utopías tecnológicas. Herbert, sin embargo, miró hacia el desierto y hacia la tierra.

 

El origen de la idea: dunas de arena reales y preguntas universales

Herbert fue asignado en 1957 a una tarea periodística que no era muy atractiva, dado que estuvo destinado a redactar un reportaje acerca de un plan del Departamento de Agricultura estadounidense en Oregón cuyo objetivo era frenar el progreso de las dunas de arena. Pero mientras que para otros reporteros habría sido una noticia de poca importancia y poco motivante, para Frank Herbert fue un descubrimiento.

Al estudiar el ecosistema del desierto, se obsesionó con la forma en que el paisaje podía determinar la cultura, la religión y la política de quienes lo habitaban. En sus cuadernos de notas, Herbert comenzó a preguntarse:

¿Qué pasaría si un planeta entero fuera un desierto? ¿Qué recursos serían más valiosos en un lugar así? ¿Cómo se organizaría la sociedad en torno a esa escasez?

Ese “reportaje frustrado” nunca llegó a publicarse, pero fue la semilla de lo que posteriormente se convertiría en la novela DUNE.

 

La odisea editorial de un manuscrito incómodo

Herbert trabajó durante los siguientes seis años en la elaboración de una novela, que creció hasta convertirse en una obra monumental, con miles de páginas de notas, mapas y genealogías. La longitud y complejidad del manuscrito hicieron que casi todas las editoriales lo rechazaran.

Ante las dificultades en encontrar una editorial, Herbert logró publicar su obra en forma de relatos serializados en la revista Analog Science Fiction and Fact, dirigida por John W. Campbell. Allí aparecieron en dos tandas:

  • Dune World (1963–64).

  • The Prophet of Dune (1965).

Campbell apoyaba el proyecto, pero sabía que el formato de revista no era suficiente para consolidar la obra completa. El verdadero desafío era lograr que una editorial lo aceptara como novela.

Herbert comenzó a llamar de manera más insistente puertas editoriales y la respuesta fue siempre demoledora, dado que más de veinte editoriales rechazaron DUNE. Algunas fuentes hablan de 23, otras de hasta 30 negativas. 

Las razones eran varias:

  • Demasiado largo para lo que se acostumbraba en la ciencia ficción de la época.

  • Estilo denso y filosófico, poco comercial frente a la moda de aventuras más ligeras.

  • Excesiva mezcla de géneros: ecología, religión, política y misticismo en una misma historia resultaban difíciles de clasificar.

  • Costos de impresión elevados para una obra que parecía poco vendible.

Un editor llegó incluso a calificarla de “ilegible” por la cantidad de términos y conceptos inventados. Paradójicamente, eso mismo es lo que hoy le da su riqueza. Otro proféticamente escribió: «Podría estar cometiendo el error de la década, pero…».

Cuando parecía que el manuscrito quedaría archivado, ocurrió algo impensable. Sterling E. Lanier, editor de Chilton Book Company (conocida principalmente por sus manuales de reparación de automóviles), había leído las publicaciones periódicas de Dune y le ofreció al autor un adelanto de 7,500$ más regalías futuras por los derechos para publicarlas como un libro en tapa dura.​ Herbert reescribió gran parte de su texto.

La primera tirada fue de apenas 2.500 ejemplares, con un precio más alto de lo normal, lo que dificultó su circulación inicial, por lo que Herbert no se volvió famoso de la noche a la mañana.

La apuesta, sin embargo, salió bien: Dune ganó en 1966 el Premio Hugo (compartido con This Immortal de Roger Zelazny) y el Primer Premio Nébula. Rápidamente se convirtió en un éxito de boca a boca entre lectores de ciencia ficción que buscaban algo más profundo que las space operas habituales.

En 1968, Herbert había ganado $ 20,000 con él, mucho más de lo que generaba la mayoría de las novelas de ciencia ficción de la época, pero no lo suficiente como para permitirle comenzar a escribir a tiempo completo. Sin embargo, la publicación de DUNE le abrió las puertas. Fue escritor educativo del Seattle Post-Intelligencer de 1969 a 1972 y profesor de estudios generales y estudios interdisciplinarios en la Universidad de Washington (1970-1972). Trabajó en Vietnam y Pakistán como consultor social y ecológico en 1972. En 1973 fue director-fotógrafo del programa de televisión THE TILLERS.

Hoy en día, DUNE de Frank Herbert es considerada una de las novelas más influyentes de la ciencia ficción, un pilar que transformó el género y abrió la puerta a una nueva forma de contar historias. Pero lo curioso es que, en sus inicios, casi nadie quiso publicarla. El camino hasta ver la luz como libro fue largo, lleno de rechazos y hasta de cierta ironía: la obra que revolucionó la ciencia ficción casi queda inédita.

¿Qué hizo diferente a DUNE frente a otras obras del género?

Herbert no concibió Arrakis como simple escenario, sino como un personaje en sí mismo. Su geografía, clima y ecosistema condicionan todos los aspectos de la vida en el planeta. La obsesión por el agua, el ciclo de los gusanos de arena, la especia como recurso vital: todo forma un sistema coherente que se siente real.

En lugar de centrarse en batallas espaciales, Herbert exploró intrigas políticas, conspiraciones familiares y manipulación religiosa. La Casa Atreides y la Casa Harkonnen representan distintas formas de gobernar, mientras que las Bene Gesserit encarnan la manipulación cultural a través de la fe y la genética.

Paul Atreides no es un protagonista típico. Aunque comienza como un joven noble con ideales, su destino mesiánico lo lleva a convertirse en una figura temida, casi dictatorial. Herbert mismo advertía: “Las sociedades que buscan héroes terminan entregándose a la tiranía”.

La novela está plagada de términos tomados del árabe, el islam y filosofías orientales: “jihad”, “mahdi”, “shai-hulud”. Esto le da un sabor exótico y, al mismo tiempo, conecta el futuro con nuestro pasado cultural.

La influencia de DUNE

El impacto de DUNE llega hasta hoy:

  • En la literatura, obras como HYPERIOS de Dan Simmons o la saga protagonizada por Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski retoman la mezcla de política, filosofía y mitología.

  • En el cine, George Lucas reconoció que se inspiró en DUNE para crear STAR WARS y que podemos ver en el planeta desértico Tatooine, el «elegido», quien tiene la responsabilidad de restablecer el equilibrio, y la relevancia de un recurso energético limitado.
  • En la cultura popular, la especia melange se convirtió en metáfora recurrente para hablar del petróleo y los recursos estratégicos.
  • En el pensamiento ecológico, la perspectiva de Arrakis como un ecosistema interconectado prefiguró las discusiones contemporáneas acerca de la crisis climática y la sostenibilidad.

 

Un clásico que no pasa de moda

¿Cuál es la razón por la que DUNE haya logrado mantenerse vigente, 60 años después de su publicación, mientras otras obras contemporáneas no han logrado conectar con el público más joven? La respuesta es simple. La novela plantea cuestiones fundamentales, además de naves espaciales y gusanos gigantes: ¿De qué manera nos relacionamos con nuestro entorno natural? ¿Cómo se manipulan las religiones para controlar a las masas? ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por el poder?

Estas preguntas resuenan tanto en los años 60 como en el siglo XXI, en un mundo que se enfrenta a crisis ecológicas, guerras por los recursos naturales y líderes políticos convertidos en figuras mesiánicas que son venerados por su feligresía por muchos errores que cometan en la gestión.

Frank Herbert no solo escribió una novela sino que construyó un universo donde cada grano de arena tenía un significado.

En los próximos artículos de esta serie nos adentraremos en el corazón de ese universo, comenzando con Arrakis, el planeta desértico que late como metáfora ecológica y espiritual en el centro de la saga.

 

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