| La amistad femenina se mezcla con el horror para recordarnos que la magia también puede ser justicia. |

Reseña de BRUJERÍA PARA CHICAS DESCARRIADAS de Grady Hendrix y publicada por Ediciones Minotauro (2025) | Ep. 3×017 |
En la última novela de Grady Hendrix, que lleva por título BRUJERÍA PARA CHICAS DESCARRIADAS, observamos abiertamente como el reconocido autor estadounidense se atreve a enfrentarse a uno de los episodios más sombríos y silenciados de la historia reciente. Se trata de esas jóvenes embarazadas que eran encerradas en instituciones que prometían redimirlas, pero que en realidad las castigaban solo por haber desafiado las reglas de pureza femenina. Situada en la asfixiante Florida de 1970, la novela combina la dureza del realismo histórico con los ecos de la magia y el terror, proporcionando una lectura que a ratos incómoda y a la vez profundamente humana.
La protagonista de la historia es Fern, enviada al Wellwood Home con tan solo quince años. Se trata de un hogar para «chicas descarriadas», como aparece en el título de la novela y que define las jóvenes prematuramente embarazadas y que son encerradas allí hasta que dan a luz y entregan a sus hijos en adopción. Allí se encontrará con otras chicas como Holly, Rose, Zinnia, cada una con su propio trauma y esperanza. En este microcosmos de vergüenza, silencio y vigilancia, las chicas intentan sobrevivir a nivel emocional en medio de la pérdida y la humillación. Y será en ese ámbito de sufrimiento donde la ficción despliega su vuelta más sugestiva a través del encuentro con una bibliotecaria enigmática y un libro de encantamientos que se transforma en un símbolo de autonomía y resistencia.
A pesar de que en el título de la obra se encuentra la palabra «brujería», realmente el hechizo de la novela no se encuentra en lo puramente sobrenatural, sino en la fuerza subversiva de las mujeres que se resisten a desaparecer. Hendrix emplea la brujería como una metáfora de la fuerza femenina negada, del anhelo de dominio sobre el cuerpo y el destino personal. Las chicas del Wellwood Home utilizan la magia como un medio de reafirmación, no como una evasión y que si la sociedad las culpabiliza por ser madres solteras, ellas convierten esa culpa en fortaleza. El autor consigue que cada acto de hechicería sirva como una muestra y exaltación de autonomía en un mundo que busca someter a las mujeres bajo la apariencia de la moral.
Uno de los aspectos más destacados de esta obra es que sea un hombre el que haya tenido el valor de narrar sobre una vivencia estrictamente femenina y llena de sufrimiento. Es cierto que Hendrix puede haber pecado con algunos pasajes condescendiente, pero al mismo tiempo exhibe una sensibilidad poco habitual para realizarlo con una mirada ajena a su realidad. Con su perspectiva no se adueña del sufrimiento de las protagonistas sino que las contempla con respeto, sin moralismos y además con empatía. El resultado es una historia que denuncia las estructuras patriarcales sin caer en el propagandismo y a la vez permite leerse con toda la intensidad de un relato de horror. Porque que el verdadero horror aquí no emana de los hechizos, sino del trato que se les da a las mujeres jóvenes a través de la violencia institucional, la deshumanización y la negación sistemática de su propia autonomía.
Y ese es otro de los aspectos que por los que brilla la novela, y es el equilibrio magistral entre la dureza del asunto y la calidez de la conexión de las chicas. En ese contexto, BRUJERÍA PARA CHICAS DESCARRIADAS se desarrolla como una narración de sororidad y amistad. La conexión entre Fern y las otras internas, en particular con Hagar, una figura materna que combina la ternura y la dureza, es el núcleo emocional de la narración. Hendrix le otorga a cada personaje una voz individual, con sus propias contradicciones y sutilezas. No son solo meras víctimas, sino jóvenes complejas que buscan reafirmarse en un ambiente que les niega cualquier tipo de identidad.
El estilo narrativo destaca por su precisión y ritmo. Aunque el libro ronda las quinientas páginas, se lee con fluidez. Para los que seguís este espacio web con asiduidad, ya sabéis que el autor es uno de los más reseñados y en el momento de la redacción de esta reseña solo me queda uno da sus novelas publicada por el sello Minotauro por leer. Es por ello que en esa reseñas ya hemos mencionado como posee una prosa que invita a seguir leyendo, y alterna momentos de lirismo con pasajes de horror corporal que rozan lo insoportable. En este caso, las descripciones del parto, por ejemplo, son tan explícitas y viscerales que podrían ser consideradas una forma de “terror realista” con el cuerpo femenino convertido en campo de batalla. Sin embargo, esas escenas recuerdan el precio físico y psicológico que la sociedad ha hecho pagar a las mujeres por la maternidad no normativa.
En cuanto a su estructura, la novela avanza lentamente durante sus primeros capítulos, privilegiando el desarrollo de personajes y la construcción del ambiente opresivo. En las primeras cien páginas parece que no se avanza casi nada. Ese ritmo pausado puede desconcertar a quienes busquen un horror más convencional o una historia saturada de elementos sobrenaturales. No obstante, esa cadencia es necesaria dado que el autor pretende que el lector respire el mismo aire asfixiante de Wellwood, que experimente la espera, la culpa y la desesperanza de las protagonistas antes de que la magia irrumpa como un acto de desafío.
BRUJERÍA PARA CHICAS DESCARRIADAS es una reflexión acerca de la autonomía, la identidad, el poder y la memoria. Las mujeres jóvenes de la casa son víctimas de un sistema que las penaliza por no encajar en el molde, pero a su vez también son descendientes de una antigua tradición y es la unión, afecto y amistad, junto con la solidaridad entre mujeres cuando todo lo demás fracasa. En esa línea, el libro interactúa con obras como LAS VÍRGENES SUICIDAS de Jeffrey Eugenides o EL CUENTO DE LA CRIADA de Margaret Atwood, a pesar de que su perspectiva es más íntima y emocional. Sin requerir discursos explícitos, el autor logra captar la esencia de una época y, al mismo tiempo, vincularse con temas actuales, desde la criminalización del aborto hasta la perpetuación de estigmas de género.
El final mezcla la tragedia con la esperanza, dejando al lector con la impresión de haber sido testigo de un ritual transformador. A pesar de la oscuridad, persiste una nota de resistencia en el pensamiento de que la magia, en sentido literal o metafórico, puede ser un recurso para sobrevivir. No es una historia feliz, sino más bien una tan visceral como real y que reclama la voz de quienes fueron silenciadas.
Con esta novela, Grady Hendrix firma probablemente su obra más madura y conmovedora hasta la fecha. Es un relato feminista y doloroso, envuelto en el velo del horror gótico y sostenido por una escritura que combina empatía y lucidez. Y como todo buen hechizo, su poder radica en lo que mantiene en el lector después de cerrar el libro: la conciencia de que, a veces, el acto más rebelde de todos es atreverse a contar la propia historia.
Gracias al sello Ediciones Minotauro por enviarme un ejemplar de prensa para que os comente mis impresiones, absolutamente sinceras, sobre esta obra.
NOTA FINAL: 4/5

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