| Un hogar común, una familia fracturada y una presencia que no acepta un “no” como respuesta… |
Reseña de HAY ALGO MALO EN CASA de Josh Malerman y publicada por Nocturna Ediciones (2025) | Ep. 3×036
Josh Malerman se introduce nuevamente en el ámbito del terror psicológico con la novela HAY ALGO MALO EN CASA, edición en español de INCIDENTS AROUND THE HOUSE, que ha publicado hace escasas semanas el sello Nocturna Ediciones. Se trata de una obra que ratifica su capacidad de inquietar al lector sin necesidad de emplear fórmulas estereotipadas ni recurrir a una violencia extrema. En esta ocasión, el escritor escoge un enfoque especialmente audaz y efectivo a través de Bela, una niña de ocho años que tiene una voz ingenua y fragmentaria que se transforma en el vehículo principal para contar una historia profundamente inquietante. Desde sus primeras páginas, la novela establece que el terror no aportará sobresaltos fáciles, sino de una tensión persistente que penetra en la vida diaria de la familia.
Bela vive con su madre, su padre y la presencia siempre reconfortante de su abuela Ruth. A primera vista, parece ser una casa ordinaria pero, no obstante, pronto se hacen evidentes las grietas emocionales entre los adultos, las discusiones subyacentes y un distanciamiento en términos de afecto que Bela percibe con una inquietante lucidez. Es en ese escenario que surge la Otra Mamá, una entidad que inicialmente reside en el armario de la niña y luego empieza a expandirse más allá de las fronteras de su dormitorio. Al principio, Bela entiende su presencia como una especie de amistad dado que la Otra Mamá le escucha y hace compañía, y parece llenar un vacío que los adultos no logran percibir porque están atrapados en sus propias disputas.
La dinámica entre Bela y esta figura es el epicentro emocional de la narración. La Otra Mamá no actúa con violencia inmediata sino que su estrategia es la insistencia. Repite una sola pregunta, aparentemente inocente, que se vuelve cada vez más perturbadora: si puede entrar en el corazón de la niña. La repetición, en lugar de calmar, provoca una sensación de asedio permanente. Conforme Bela se hace mayor y su percepción del mundo se torna más compleja, empieza a entender que esa presencia no es lo que parece. Sin embargo, su resistencia parece tener un efecto contrario, volviendo a la entidad más impaciente y peligrosa.
Una de las mejores decisiones del autor es emplear la perspectiva infantil. El lenguaje es simple, directo, a veces hasta torpe, pero jamás es artificial. La lógica de Bela no es la de una adulta vestida de niña, sino la de una persona que trata de entender lo incomprensible con las herramientas limitadas que tiene por su edad. Esta limitación en la narrativa aumenta el terror dado que el lector tiene más información de la que Bela es capaz de comprender, y esa lejanía produce una angustia permanente. Lo que para ella es confusión o culpa por tener la sensación de ser la causante de la infelicidad de sus padres, para el lector se presenta como una señal inequívoca de peligro.
El deterioro del matrimonio de sus padres no solo se considera como un trasfondo dramático, sino que además es un componente fundamental del horror. La sucesión de páginas transmite al lector que la entidad se nutre de la falta de atención involuntaria hacia Bela, del conflicto y de la falta de emociones. En esta dirección, el terror asume una dimensión simbólica potente porque la Otra Mamá puede interpretarse como una representación de lo que llena el vacío dejado por los padres. La historia, de esta manera, presenta una reflexión incómoda acerca de la fragilidad de los niños y las repercusiones de no prestar atención a aquellos que parecen tener demasiada imaginación.
La presencia de la abuela Ruth, en medio de este panorama sombrío, representa un contrapunto esencial. Su presencia irradia confianza, experiencia y una verdadera amabilidad. Es un personaje que simboliza la contención emocional de la que Bela tanto carece y que, en ocasiones, aligera el peso agobiante del relato sin disminuir su intensidad. Las relaciones familiares son descritas de manera muy realista, lo que aumenta el impacto del terror verdadero dado que no se trata de personajes superficiales lidiando con lo sobrenatural, sino de individuos identificables respondiendo desde el miedo, la culpa y el amor.
La novela progresa de manera rápida y directa. El autor presenta el conflicto desde el principio y deja que la tensión aumente de forma constante. Los episodios de terror se presentan sucesivamente como oleadas, cada una más intensa que la anterior, hasta culminar en un desenlace que es coherente con todo lo que la historia ha construido, aunque bien es cierto que su dirección final puede parecer previsible.
Dentro del género, la fusión de lo sobrenatural con una representación personal del miedo infantil y la vulnerabilidad de la familia, la novela logra encontrar su propia identidad, y hace llegar al lector lo temeroso que puede resultar en lo que sucede cuando los adultos dejan de mirar.
Para finalizar, HAY ALGO MALO EN CASA es una obra sumamente inquietante, inventiva y profundamente conmovedora que establece a Josh Malerman como una de las voces más fascinantes del terror contemporáneo. Es sin duda idónea para aquellos lectores que desean «disfrutar» de una experiencia psicológica, atmosférica e intensa, capaz de causar escalofríos sin recurrir al gore y que les permita recordar un buen motivo para, aún en la madurez, seguir teniendo miedo de lo que podría estar aguardando en la oscuridad del armario.
Muchas gracias al sello Nocturna Ediciones por facilitarme un ejemplar de prensa para que os comente mis impresiones, absolutamente sinceras, sobre esta novela.
NOTA FINAL: 4/5
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