Reseña de CARL EL MAZMORRERO de Matt Dinniman y publicada por Nova (2025) | Ep. 2×28 | «Caos, sangre y humor absurdo en nuestro planeta convertido en juego mortal para la diversión de espectadores interestelares.»

Tiempo de lectura: 5 minutos

La Tierra es ahora una mazmorra letal televisada para alienígenas y en la que Carl y su gata parlante deben sobrevivir a niveles cada vez más absurdos, sangrientos… y divertidos.

Reseña de CARL EL MAZMORRERO de Matt Dinniman y publicada por Nova (2025) | Ep. 2×28

Nunca pensé que el desarrollo de una historia basada en un videojuego narrado en tiempo real pudiera lograr mantener capturada la atención del lector durante. Los avances podrían resultar planos y en algún momento incluso tediosos. Pues Matt Dinniman no solo lo consigue, sino que lo hace en un libro con una extensión de más de 450 páginas. Pero es que además el libro es el inicio de una saga que en su edición original en inglés transcurre por el séptimo título y promete publicar para el verano de 2026 el octavo libro de la saga. Absolutamente encomiable y sobretodo merecido, al menos tras la lectura de la primera entrega.

CARL EL MAZMORRERO aterriza en el mercado nacional de un modo brillante, ruidoso y, sobre todo, absolutamente absurdo. Lo sorprendente es que estos adjetivos, lejos de ser defectos, cuenta con su extravagancia como su mayor encanto y soplo de aire fresco. Quien esté acostumbrado a las narrativas complejas y a la solemnidad de las grandes sagas podría pensar que un planteamiento tan disparatado se agotaría rápido. Sin embargo, Dinniman demuestra que la locura, cuando se dosifica con ingenio y ritmo, puede ser tan adictiva como la trama más elaborada.

La novela arranca con un premisa brutal: la Tierra es arrasada y transformada en una gigantesca mazmorra de múltiples niveles. Los pocos humanos que sobreviven son arrojados a este laberinto para luchar por sus vidas mientras millones de espectadores alienígenas siguen cada movimiento como si fuera un reality show interplanetario. El protagonista, Carl, termina involucrado en esta pesadilla de forma casi ridícula: persiguiendo en ropa interior a la gata de su exnovia, una campeona de certámenes felinos llamada Princesa Donut. Esta huida improvisada, irónicamente, salva la vida de ambos.

Lo que sigue es una mezcla de videojuego, survival horror y sátira social. Carl y Donut deben superar niveles cada vez más peligrosos, ganar habilidades, encontrar equipamiento y enfrentarse a todo tipo de criaturas (algunas tan disparatadas como llamas que escupen fuego o gatos con misiles mágicos) antes de que se acabe el tiempo y el nivel colapse.

La novela se adscribe al subgénero LitRPG y a la progression fantasy, lo que significa que buena parte del atractivo proviene de ver cómo los personajes mejoran sus habilidades y recursos de forma tangible, como si uno estuviera siguiendo una partida de rol. Dinniman maneja estos elementos con un equilibrio acertado: suficiente detalle para que el lector entienda las reglas y se sumerja en la lógica interna, pero sin caer en un exceso técnico que podría aburrir a quienes no estén familiarizados con el formato.

Entre logros desbloqueados, cajas de botín y menús de interfaz, se despliega un tono cómico que suaviza la crudeza de lo que ocurre. Hay humor absurdo, sarcasmo y situaciones tan incoherentes que resultan completamente irresistibles.

Una de las paradojas más llamativas de CARL EL MAZMORRERO es cómo logra ser, al mismo tiempo, brutal y gracioso. El nivel de violencia y crudeza no es menor: hay muertes horribles, referencias a atrocidades y escenas que podrían ser incómodas para algún lector sensible. Incluso podría decirse que el humor añadido entre momentos de tragedia no solo no alivia, sino que intensifica la incomodidad.

No es un libro ligero si se mira fríamente con cierta perspectiva, pero en su lectura sí lo es, permitiendo avanzar rápidamente conciendo los horrores que van sufriendo algunos personajes.

Hablado de sus personajes, podemos afirmar que el alma de la novela es la dinámica entre Carl y la Princesa Donut. Carl no es un héroe arquetípico, sino un hombre corriente forzado a adaptarse a una situación extrema. Su ingenio y capacidad de improvisación crecen conforme avanzan los niveles, y su pragmatismo se combina con un humor seco que lo hace muy cercano. Donut, por su parte, es un hallazgo: una gata parlante, vanidosa y cargada de sarcasmo, que no se limita a ser mascota o alivio cómico, sino que aporta habilidades mágicas y desarrolla su propio arco de personaje.

La interacción entre ambos es divertida por sus ocurrencias, que aparecen de manera constante. Su relación combina camaradería, pullas y momentos de genuino afecto. En cambio, los personajes secundarios aparecen como simples NPC de videojuego, funcionales, con trasfondos interesantes pero poco explorados para dejar el protagonismo a dúo Carl / Donut.

Si hacemos una mirada la construcción del mundo de manera tradicional, atendiendo a visiones como la coherencia interna, reglas claras y el equilibrio de poderes, estaríamos ante un valoración probablemente negativa. ¿El motivo? El autor renuncia deliberadamente a la lógica estricta y abraza la anarquía narrativa. Los poderes y armas son disparatados, las reglas parecen cambiar a conveniencia, y la imprevisibilidad es la norma. Y es aquí donde el autor brilla con plena rotundidad, ya que otorga a la narración de una libertad creativa que le permite generar escenas memorables y giros inesperados. La falta de equilibrio no es un error, sino un principio rector: el lector nunca sabe qué vendrá después, y esa incertidumbre alimenta la diversión.

Atendiendo a estos puntos mencionado, Matt Dinniman hace uso de una prosa directa, funcional y salpicada de lenguaje coloquial y vulgaridades estratégicas. No busca el lirismo ni la sofisticación, sino mantener un ritmo rápido y un tono acorde con la naturaleza gamberra del relato. La escritura se adapta al propósito: entretener, sorprender y provocar reacciones inmediatas.

Aun así, hay destellos de sátira y comentario social que elevan el conjunto: críticas al capitalismo, a la cultura del espectáculo, a las dinámicas de poder y a los estereotipos de la comunidad gamer. Estos matices no dominan la trama, pero añaden una capa que los lectores más atentos sabrán apreciar.

CARL EL MAZMORRERO es un viaje alocado y sin frenos por un mundo que mezcla lo peor del apocalipsis con lo mejor y lo peor de los videojuegos. Es violento, desvergonzado, a ratos incómodo, y, para quienes conecten con su humor y estilo, increíblemente divertido. No pretende estableecerse como un clásico de fantasía épica, aunque puedas vislumbrar entre sus páginas reflexiones sobre ética, poder y supervivencia. Es una aventura ágil para devorar con una sonrisa, perfecta para ser intercalada entre lecturas más densas.

En definitiva, si eres aficionado a los RPG, disfrutas de la progression fantasy, no te asusta el humor irreverente y puedes tolerar una buena dosis de caos narrativo, CARL EL MAZMORRERO probablemente se gane un lugar en tu lista de lecturas memorables. 

 

NOTA FINAL: 5/5

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