| La protagonista responde con deducciones brillantes a una sociedad que espera de ella silencio… |


Reseña de UNA CURIOSIDAD DESCARADA de Lynn Messina y publicada por RBA Libros (2025) | Ep. 3×031
UNA CURIOSIDAD DESCARADA de Lynn Messina es la primera entrega de la serie LOS MISTERIOS DE BEATRICE HYDE-CLARE y pertenece a esa categoría de libros que ofrecen mucho más de lo parecen dar. Bajo la simple apariencia de un “cozy mystery” de ambientación regencial, despliega una mezcla extraordinaria de humor, lucidez y un retrato social más afilado de lo que el lector podría esperar. El resultado es una lectura que es plenamente satisfactorio para aquellos que buscan un entretenimiento ligero y también a aquellos acostumbrados a los rompecabezas detectivescos más clásicos.
La protagonista, Beatrice Hyde-Clare, o Bea, como la conoceremos pronto, es presentada como lo que la sociedad regencial consideraría un caso perdido. Es huérfana desde niña, dependiente de unos parientes que la toleran más por obligación que por afecto, y con veintiséis años la colocan dentro de la categoría de “solterona”. Su situación, lejos de reducirla al cliché de la joven dócil y silenciosa, se convierte en el detonante de un extraordinario arco de desarrollo. Bea es tímida, sí, pero también observadora, ácida, muy curiosa y, sobre todo, inteligente de un modo que la época no premia en absoluto.
Esa personalidad contenida se libera a raíz de un suceso que alteraría cualquier velada apacible. Se trata de un cadáver que aparece en la biblioteca durante una estancia campestre, y junto a él, el duque de Kesgrave, un aristócrata tan arrogante como brillante. Lo que podría haber sido un mero choque entre temperamentos se transforma en el punto exacto donde la protagonista deja de ser espectadora y se convierte en agente activa. Bea, espoleada por indignación, miedo y una chispa interna que llevaba años reprimida, decide que resolver la muerte es no solo posible sino necesario. Y en ese paso, casi impulsivo, empieza a construirse la mujer que siempre estuvo destinada a ser.
La química entre Bea y el duque es uno de los grandes logros de la novela. No se trata de un romance abierto en esos primeros instantes, sino del placer de ver a dos mentes agudas enfrentarse, desafiarse y, poco a poco, aprender a respetarse. Los intercambios entre ambos son chispeantes, veloces y cargados de un subtexto delicioso. Son diálogos diseñados para provocar sonrisas, pero también revelan mucho sobre el carácter de cada uno y en que se distingue a él, acostumbrado a que nadie le replique; y ella, descubriendo que su voz, cuando se atreve a usarla, es más potente de lo que imaginaba. Esta tensión verbal, a medio camino entre el desafío y la cooperación a regañadientes, sostiene la narración con una energía constante.
El retrato social es igualmente notable. Aunque la novela no aspira al rigor histórico absoluto, y es cierto que en ocasiones se permite anacronismos conscientes para favorecer el ritmo o la comicidad, sí aprovecha su escenario regencial para satirizar la rigidez de los modales, las jerarquías sofocantes y el trato dispensado a quienes, como Bea, viven en un limbo entre la caridad y la invisibilidad. La tía Vera, los primos, la anfitriona del encuentro y los numerosos invitados cumplen papeles que oscilan entre lo caricaturesco y lo afectuoso, pero siempre aportan dinamismo a la trama. Muchos de ellos esconden capas inesperadas, reveladas a medida que el misterio avanza.
La investigación criminal se ajusta al espíritu del “quién lo hizo” clásico a través de un grupo reducido de sospechosos, secretos familiares, motivos poco evidentes y una resolución final que recuerda a las puestas en escena de los detectives más famosos de la literatura. No es un rompecabezas que pretenda dejar al lector absolutamente desconcertado y algunas pistas son lo bastante visibles, pero sí está construido con solvencia y, lo más importante, sirve de vehículo perfecto para que Bea explore espacios, interrogue a testigos y, en definitiva, ocupe un lugar que la sociedad insiste en negarle.
También conviene destacar que la novela funciona a varios niveles. Puede disfrutarse como una historia ligera, llena de ingenio y diálogos vivaces, o como un comentario perspicaz sobre los límites impuestos a las mujeres de la época y la capacidad de la protagonista para romperlos sin convertirse en un anacronismo andante. Bea no es una rebelde moderna disfrazada de damita regencial, sino que es una mujer que piensa más de lo que habla y que, empujada por las circunstancias, empieza a permitirse actuar. Ese matiz la hace especialmente inolvidable.
La atmósfera regencial está manejada con soltura, y la autora la combina con una narrativa fresca que evita la rigidez excesiva. El estilo, muy apoyado en la ironía, mantiene el tono ligero incluso en los momentos más tensos. La lectura resulta sorprendentemente ágil y adictiva; y sin duda a su conclusión hemos deseado poder seguir con la siguiente entrega, que lamentablemente vamos a tener que esperar un poco a que el sello RBA la publique en nuestro idioma.
En resumen, UNA CURIOSIDAD DESCARADA de Lynn Messina es una obra que destaca por su encanto, su humor inteligente y el carisma arrollador de su protagonista. Aunque el misterio no reinvente el género, la voz narrativa lo compensa con creces, y la dinámica entre Bea y el duque ofrece una promesa de evolución futura. Una novela ideal para quienes disfrutan de los rompecabezas clásicos, para quienes buscan una lectura divertida con corazón y para quienes sienten debilidad por las heroínas que florecen justo cuando el mundo espera que permanezcan calladas.
Muchas gracias al sello RBA Libros por facilitarme un ejemplar de prensa para que os comente mis impresiones, absolutamente sinceras, sobre la novela.
NOTA FINAL: 4/5

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