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Reseña de GUÍA DEL CLUB DE LECTURA PARA MATAR VAMPIROS de Grady Hendrix y publicada por Ediciones Minotauro (2021)
En la literatura de terror contemporánea, pocos autores han logrado el equilibrio entre lo grotesco y lo hilarante como Grady Hendrix. Con la novela GUÍA DEL CLUB DE LECTURA PARA MATAR VAMPIROS, publicado originalmente en 2020 y que Ediciones Minotauro ha publicado en este otoño de 2021, el escritor estadounidense confirma su capacidad para hibridar géneros, desmontar clichés y, al mismo tiempo, rendir homenaje a la tradición gótica. Esta novela, ambientada en los suburbios de Charleston durante los últimos años de los ochenta y la primera mitad de los noventa, es mucho más que una historia de vampiros: es una reflexión sobre los roles de género, la invisibilización de las mujeres y la amenaza latente que se esconde bajo la superficie de una comunidad aparentemente apacible.
La protagonista, Patricia Campbell, encarna a la ama de casa sureña norteamericana de clase media que vive atrapada en la rutina doméstica. Su vida está dedicada por entero a su esposo (un médico distante y condescendiente). También está muy entregada a sus hijos y a una suegra anciana que requiere cuidados constantes. El único respiro que encuentra para sí misma es su participación en un club de lectura integrado por otras vecinas en circunstancias similares. Aunque en apariencia se trata de un grupo piadoso que estudia la Biblia, lo cierto es que sus reuniones giran en torno a la lectura de libros de crímenes reales, esos relatos morbosos que alimentan tanto la fascinación como el miedo. En este pequeño espacio Patricia encuentra complicidad, humor y una comunidad femenina que, aunque a menudo minimizada por los hombres que las rodean, se convierte en un refugio vital para poder sobrevivir del hastío del cansancio de una vida plenamente entregada a su familia.
El giro narrativo ocurre con la llegada de James Harris, un vecino nuevo cuya elegancia y carisma despiertan la simpatía de Patricia. Sin embargo, pronto se multiplican las señales inquietantes: la reacción hostil de su suegra, que parece reconocer en él a alguien del pasado; los rumores de un “hombre del saco” que acecha a los niños de la zona; la desaparición de menores en barrios marginales que no reciben la atención de las autoridades. Patricia, armada con las lecciones obtenidas de tantos libros de crónica negra, empieza a sospechar que Harris no es simplemente un vecino excéntrico, sino la encarnación de un mal más antiguo y letal.
Lo que sigue es un descenso progresivo hacia el horror. Hendrix maneja notablemente el incremento de la tensión narrativa, dado que comienza con detalles sutiles como miradas extrañas, conversaciones ambiguas, accidentes inexplicables; y termina en escenas de un gore tan gráfico que hacen retorcerse al lector.
Pero reducir la novela a sus momentos de espanto sería injusto. Lo que convierte a esta novela en una obra significativa es su dimensión social y cultural. Hendrix no oculta que la inspiración original provino de su propia madre y de las mujeres de su familia: aquellas amas de casa que sostienen hogares, crían hijos y cuidan enfermos, mientras son constantemente subestimadas y tratadas como frívolas. La novela se convierte así en un tributo y, al mismo tiempo, en una denuncia. La constante desatención y falta de credibilidad que Patricia y sus amigas sufren por parte de sus esposos y de la comunidad masculina es un recordatorio de cómo la opresión que se vivía mayoritariamente en esas décadas era asfixiante.
En ese sentido, James Harris no es solo un vampiro en el sentido literal; también encarna la figura del depredador que se aprovecha de la indiferencia social y de las jerarquías de género y clase. Su presencia pasa inadvertida porque las víctimas pertenecen a los sectores más pobres, aquellos que no cuentan con la atención de las autoridades ni con la solidaridad de los barrios más acomodados. De este modo, el autor estadounidense conecta de esta forma la tradición gótica con una crítica social muy centrada en el racismo estructural, el clasismo y el desprecio hacia quienes no encajan en la norma blanca y burguesa del sur estadounidense.
El club de lectura, entonces, deja de ser una distracción inocente para convertirse en el espacio donde germina la resistencia. Patricia, Slick, Kitty, Maryellen, Grace y Greene son mujeres muy distintas entre sí, con personalidades a veces estereotípicas, pero su unión representa una fuerza subversiva. No son heroínas de acción, ni mucho menos guerreras sobrenaturales, y precisamente por eso su lucha contra el vampiro resulta tan poderosa: son mujeres comunes, con preocupaciones mundanas y limitaciones reales, que deciden enfrentarse al horror cuando nadie más lo hará. El autor las retrata con ternura, ironía y respeto, resaltando tanto sus contradicciones como su coraje.
El tono de la novela oscila entre la comedia y el horror, un rasgo aparentemente característico del autor, pero que aún no he podido comprobar dado que este historia es mi primera vez con Grady Hendrix, aunque espero poder leer pronto la otra novela que tengo en mi poder titulada EL EXORCISMO DE MI MEJOR AMIGA. Tal y como estábamos mencionando, en la narración hay diálogos hilarantes, situaciones absurdas y una vena satírica que recuerda a veces a MUJERES DESESPERADAS o TRUE BLOOD, pero que nunca cae en la parodia vacía. El humor funciona como alivio y como contraste, potenciando los momentos de auténtico terror.
Uno de los recursos más ingeniosos de la obra es la estructura de los capítulos, titulados a partir de libros de crímenes reales que las protagonistas discuten. Esta intertextualidad cumple varias funciones: conecta la ficción con la cultura popular, amplía el horizonte del lector (que probablemente salga de la novela con una lista de títulos pendientes y que puedes consultar en esta otra entrada en nuestra web) y refuerza la idea de que Patricia y sus amigas aplican en su vida cotidiana las lecciones aprendidas en esas lecturas. El hecho de que una ama de casa recurra a manuales de crímenes reales para enfrentar a un monstruo sobrenatural no deja de ser un gesto de empoderamiento, aunque envuelto en un aura macabra.
La ambientación temporal en los últimos años de los ochenta y los primeros noventa aporta un matiz nostálgico. Las referencias culturales, la música, la moda y hasta los electrodomésticos de la época funcionan no solo como adorno, sino como recordatorio de un tiempo en el que los roles de género estaban más rígidamente marcados. Es significativo que estas mujeres, rodeadas de maridos incrédulos y comunidades conservadoras, tengan que fingir que su club es un “estudio bíblico” para evitar sospechas. La hipocresía social se convierte así en caldo de cultivo para la irrupción del monstruo.
Por todo ello, la novela GUÍA DEL CLUB DE LECTURA PARA MATAR VAMPIROS funciona en varios niveles. Como historia de terror, ofrece escenas memorables y un clímax perturbador. Como comedia negra, provoca carcajadas incómodas en medio de la tensión. Como comentario social, reivindica a las mujeres que, desde la aparente trivialidad del hogar, se enfrentan a amenazas reales e imaginarias. Y como homenaje al género, dialoga con la tradición vampírica sin repetirse, aportando frescura a un mito que a veces se muestra repetitivo.
Es una historia demuestra que todavía hay espacio para las sorpresas. Con humor, sangre y nostalgia, Grady Hendrix entrega un narración inolvidable que se ha ganado un lugar privilegiado entre las mejores obras de horror contemporáneo.